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Historia
Gustavo Zapata, Magdalena Suárez y María Elena Sierra, bachilleres del Colegio Parroquial Jesús de la Buena Esperanza, se reunieron el 10 de enero de 1968 con el padre Argiro Ochoa para expresar su deseo de crear un colegio, es así como comienza el proceso en el cual, a través de una encuesta de opinión, se ratifica la aprobación de esta idea, que nace oficialmente en febrero del mismo año, con inscripciones para los grados Primero, Segundo, Tercero y Cuarto de Bachillerato, en el salón continuo a la salida derecha de la iglesia (Cripta Actual).
“Júntense y trabajen en los locales de la Cripta; hagan de ellos salones de clase mientras que recaudamos los de la Escuela Juan XXlll”; esa fue la frase que dio vía libre al Colegio Carmelitano, en el que hoy, esos locales resultan ser el laboratorio de Física y Química y el de Preescolar.
María Elena Sierra, quien en los primeros años de funcionamiento de la Institución fue Profesora, Secretaria y Tesorera, cuenta que el Colegio en sus inicios fue para damas, ellas y sus familias apoyaron al Carmelitano con diversas actividades como bailes y ventas de empanadas, así como también la iglesia con sus aportes.
Una vez en crecimiento, también había que fortalecer al Colegio con su bautizo jurídico, razón por la cual se recibió la visita de la Secretaría de Educación, entidad que otorgó a través de Resolución Departamental 094 del 28 de marzo de 1969, la Licencia de Funcionamiento a cargo del Padre Argiro Ochoa.
En 1971, la Institución contaba con las docentes Regina Bolívar, Georgina Echavarría y Ana María Múnera, con 100 estudiantes y con el Padre José Jesús Carvajal, quien en 1972 por quebrantos de salud, delega la dirección general a la Profesora Marina Arango Piedrahita.
Buscando un proceso de educación completa, se consigue por Resolución 12610 de la Secretaría de Educación Departamental, la aprobación de los grados 6° a 11°, después en 1987 se abre la Sección de Preescolar por medio de la Resolución 002805.
En 1985, con el acompañamiento de personalidades del Municipio de Bello, la Secretaría de Educación y el Clero, se gradúa la primera promoción de bachilleres Carmelitanos.
El 11 de marzo de 2020, es nombrado Párroco y Rector Académico el Pbro. Jorge Iván Rengifo Álvarez, siendo nuestro actual orientador en este servicio a favor de pueblo bellanita.
Nuestra Institución
El Colegio Carmelitano tiene como misión, formar integralmente ciudadanos responsables con valores cristianos, con actitudes solidarias, participativos y con cualidades de liderazgo, capaces de enfrentar los retos de la ciencia y la tecnología como meta de superación personal, familiar y social.
Promover la investigación y la formación para el trabajo, centrando su acción educativa en valores cristianos que brinden a las personas de su comunidad educativa herramientas necesarias para su desarrollo cultural, social, ambiental, ético, religioso y político, procurando procesos autónomos que trasciendan con libertad a las exigencias socio-político-económicas de la época.
- Fomentar en la comunidad Carmelitana, la toma de conciencia para llegar a una maduración cristiana y, por lo tanto, a tener la libertad de tomar decisiones.
- Fomentar valores éticos y morales, que sustenten un Proyecto de Vida Carmelitana centrada en la democracia participativa; basada en el respeto, liderazgo y solidaridad.
- Fortalecer el sentido de la responsabilidad, mediante una acción coordinada entre educadores, padres, acudientes y educandos que aseguren el bienestar general y buena marcha de la Institución; de acuerdo con los principios morales, éticos y sociales que orientan a los colegios católicos para que sirvan de base para formar, orientar, evaluar, corregir y estimular los comportamientos de los miembros de la comunidad Carmelitana.
Colegio Parroquial Carmelitano haciendo realidad el Plan Pastoral de la Arquidiócesis, tiene como fundamento a Cristo, para revelar y promover el sentido nuevo de la existencia que plasma una nueva cultura; esto se logra capacitando a la persona humana para vivir de manera distinta, es decir, pensar, querer y actuar según el Evangelio; haciendo de las Bienaventuranzas la norma de su vida.